Una empresa apuesta al popular envase para comercializar la bebida en el país, motivadas por el bajo consumo y la versatilidad del enlatado. Varias bodegas ya están listas para salir al mercado con blancos, tintos y rosados.
Muchos lo habían soñado. ¿La pesadilla de los sommeliers? En ese aspecto hay voces a favor y en contra, pero lo cierto es que está llegando: el vino en lata en la Argentina es una realidad.
La categoría de vinos en la Argentina viene atravesando momentos difíciles, tanto que en 2018 el consumo anual per cápita estuvo por debajo de los 29 litros, según una investigación realizada por el Observatorio Vitivinícola Argentino. De acuerdo con dicho ente, el máximo se había dado en 1970, con 92 litros por persona por año.
En este sentido, se vislumbran dos grandes movimientos que ayudan al rubro: conveniencia y versatilidad. Por esta razón, Ball Corporation (www.ball.com), el mayor productor de latas para bebidas a nivel mundial, con larga trayectoria en el envasado de vino de calidad y expertise en ofrecer la lata con tamaño adecuado y perfecto para cada estilo y con las exigencias necesarias para esta industria, apuesta en esta categoría, que apunta a una tendencia de 25 millones de unidades para 2020.
LAS PRIMERAS
Por supuesto, no se trata de envasar cualquier vino en lata. Por ahora, son tres las bodegas que probarán con sus productos, básicamente, vinos rosados y blancos, que pueden ser envasados sin inconvenientes en este tipo de alternativa y que, por sus características, responden a este tipo de consumo más fácil, para una picada, un picnic, una tarde en la playa.
Peñaflor, Bianchi y Familia Zuccardi serán las primeras bodegas que probarán con el vino en lata, de acuerdo a información del diario El Cronista: «Zuccardi presentará un Santa Julia, Bianchi lo hará conun New Age y el Grupo Peñaflor estudia propuestas para Fincas Las Moras y Frizze». Si bien los productos aún no salen al mercado, lo harán en breve pues la llegada de la primavera alienta a innovar con estos productos que se pueden beber frescos. Así, la idea de estas tres empresas es salir con vinos rosados, dulces, fáciles de beber y que se puedan tomar fríos.
La presentación en lata viene a fomentar el consumo de vino que está en franca caída ( en 2018 se consumió menos de 29 litros per capita) y es un formato que avanza rápidamente en el mundo.
Por un lado, la lata tiene como objetivo la activación de la bebida, así como también, dar respuesta a la creciente demanda de nuevos hábitos de los consumidores. El público busca cada vez más productos que se presenten en envases que faciliten su transporte y almacenamiento, de modo que pueda ser consumido en ocasiones inexploradas hoy en día, tales como un día de picnic, una tarde en la playa, luego de una larga jornada laboral o hasta en una piscina, entre otros. Ese espacio no existe hoy en día para el vino en Argentina.
La lata puede favorecer a la categoría de vinos por diferentes motivos. Principalmente por ser el envase más sostenible en toda la cadena de bebidas, pero también debido a que no puede romperse como otros, ofrece un mayor control del consumo al tener diferentes tamaños de envasado y no únicamente de 750 ml –como la gran mayoría de los contenedores de vino–, llegando como una gran innovación para hacer más democrático su precio, adecuado para todo tipo de ocasiones y, además, porque conserva todas sus propiedades y sabores intactos.
En cuanto a la versatilidad, últimamente se está viendo una búsqueda por innovar en diferentes opciones de bebidas. En este sentido y conforme con el Observatorio Vitivinícola, el 41% de los compradores de vino afirma que los compraría en envases alternativos si supieran que su contenido es de buena calidad. Mientras tanto, el 25% está dispuesto a probar nuevos blends si pudieran conseguirlo en otro tamaño que no sea la botella de tamaño estándar.
Por su parte, Hugo Magalhães, Gerente de Marketing y Nuevos Negocios de Ball Corporation para Sudamérica destaca: “El vino en lata abre nuevas posibilidades de expansión del consumo en el mercado y reducción del impacto medioambiental”, y agrega: “Una evidencia de ello es el crecimiento que se observa de esta categoría a un ritmo del 50% en Europa y Estados Unidos, lo cual representa una de las mayores expansiones de la industria vitivinícola”.
LATINOAMÉRICA
Desde el período de 2016 a 2018, el envase de aluminio tuvo un fuerte crecimiento, especialmente triplicó su volumen anual en unidades tanto en los mercados de Argentina como de la región. El negocio de vino en lata en Latinoamérica es aún poco explorado. Más allá de que se observe una tendencia a nivel mundial, especialmente en EE.UU. –pionero desde 2002–, el movimiento regional para este envase tiene grandes pronósticos, ya que se espera que el sector crezca de los cerca de 13.000 millones de dólares que se registraron en 2016 a alrededor de 14.000 millones para el 2021. Otra tendencia es el crecimiento de los Still Wine, como los rosados, blancos y sangrías, con un porcentaje de evolución en nuestro país del 22,8% respecto del año pasado.
El primer vino en lata de la región fue lanzado este año en asociación de Ball con la bodega Santa Rita en Chile y Vivant, en Brasil. Sin embargo, ya hay un gran movimiento de nuevos proyectos en alianza con las mayores vitivinícolas de Chile, Argentina y Brasil. Así como en el mercado de aguas y vinos se ve un incremento de volumen y actuación en el sector de bebidas, este aumento también se viene demostrando en la preferencia de latas.
Para finalizar, a nivel mundial Argentina es el quinto productor de vino. En 2017 se produjeron 14,5 millones de hectolitros. Esta posición fue únicamente superada por Italia (48,5), Francia (46,4), España (40,9) y Estados Unidos (23,9).